En el 2016, después de 11 años de trabajar en el call center de una empresa de turismo, decidí renunciar para dedicarme 100% a la militancia por los derechos de las personas con discapacidad, especialmente de las personas ciegas como yo. Un tiempo después, cuando tuve la necesidad de tener un trabajo remunerado, una gran oportunidad golpeó a mi puerta.
De chica siempre me interesaron las tareas sociales y los DD.HH. Me recibí de Técnica en Niñez, Adolescencia y Familia y pude desarrollarme en ese ámbito sin problemas. Participé de AGORA Argentina, el programa para la Inclusión Laboral de Personas con Discapacidad Visual de FAICA (Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Ambliopes) y paralelamente, conseguí trabajo en una agencia de viajes. Pero yo sabía que el gran desafío era encontrar un trabajo formal que me permitiera desarrollar tanto mi talento profesional como mi costado humano.
Al poco tiempo de dejar el call center entré a Tiflonexos, una asociación sin fines de lucro que se encarga de brindar acceso a la educación a personas que tienen discapacidad visual. En la asociación trabajé en el área de gestión editorial y fui muy feliz con cada proyecto que llevábamos adelante. Pero la cuestión económica eventualmente me llevó a ir en búsqueda de otra cosa.
Es entonces cuando desde FAICA, me comentan que en Santander se estaba abriendo un puesto en un área de cobranzas, aunque ya tenían a alguien casi cerrado. Pasó un mes sin novedades hasta que un día me dicen: “Joha ¿te acordás lo de Santander? Bueno, nos avisaron que se cayó el candidato, ¿te interesa?”. Yo lo dudé porque en verdad no sabía nada sobre cobranzas, pero sí tenía mucha experiencia en el trato con clientes. Además, me decían que venían preparando el puesto para una persona con discapacidad visual. Una ventaja porque por lo general, en el tema de la accesibilidad, las empresas no están muy acostumbradas y son bastantes las cuestiones a adaptar. En este caso se estaba poniendo en práctica el discurso de buscar ser más inclusivos. Así que más convencida, acepté. Para mi sorpresa, a los pocos días me convocaron a una entrevista y un mes más tarde estaba trabajando en Santander.
Al principio arranqué con mucha expectativa, pero también tenía una cuota muy grande de incertidumbre. A los nervios que toda persona puede tener al entrar a un trabajo nuevo, se suman los de mi discapacidad. Al ser un lugar grande temía no poder orientarme bien, que no estuvieran las herramientas adaptadas o no poder estar a la altura de lo que exigía el puesto. Pero ya desde la capacitación las cosas empezaron a salir bien. La persona que llevaba adelante el grupo se sorprendió de que mi entrenamiento no durase más que el resto.
Los primeros días dentro del equipo de Mora Temprana sentía todas las miradas puestas en mí. Por querer hacerme un favor y facilitarme la ayuda en caso de necesitarla, me ubicaron en una posición cerca de mis líderes, pero lejos de mis compañeros y compañeras, lo que me dificultaba la sociabilización. Los convencí de que me muevan y así pude lograr una mayor integración en el grupo, que siempre tuvo una gran apertura y solidaridad conmigo. Un equipo con muchas ganas y mucha voluntad, que además de intención, tiene acción. Y lo demostraban buscando la manera de incluirme y hacerme sentir una más. Hasta me describían los memes de los grupos de WhatsApp.
En lo que respecta al puesto, arranqué con un objetivo más bajo y a los tres meses ya me había equiparado con los de mi equipo. Tuve a disposición a gente de toda la organización que se ocupaba de que pudiera acceder a todos los programas y sistemas. Por ejemplo, cuando entré, los mails de Comunicación Interna eran con imágenes y el lector de pantalla que yo utilizaba en la computadora no podía leerlos. Empecé a preguntar a mis líderes, mandamos mail y pedimos ayuda para solucionarlo. Miriam Calvo, Gerenta de nuestro equipo estuvo muy atenta al tema y logró que provisoriamente una persona nos enviara los mails con descripción. Pero había que hacer algo de fondo, definitivo. Hoy por hoy, todos los mails salen con textos alternativos que el lector puede leer sin problemas.
En la actualidad seguimos trabajando en conjunto en la accesibilidad de diversas herramientas que aún no están adaptadas, pero no lo hacemos en soledad. Hay mucha gente que trabaja a diario para encontrar lo antes posible soluciones efectivas para la gente con discapacidad de la compañía.
En estos 3 años, pasé por distintas tareas y fui aprendiendo un montón. Pero una de las mejores cosas que me pasaron fue formar parte de la Comunidad de Discapacidad. Desde allí pude involucrarme e impulsar mejoras para todo Santander. A través de nuestros encuentros logramos que tomen fuerza muchas iniciativas como reformas edilicias, el fomento a la búsqueda de talentos con discapacidad o bien la creación de un documento que explica el paso a paso para obtener el certificado de discapacidad. Todos grandes logros que me llenan de orgullo.
La experiencia de trabajar en Santander superó mis expectativas. Llegué con algunas dudas y terminé consiguiendo algo muy valioso que no ocurre seguido. Que en un mismo lugar confluyan las dos cosas que me mueven en la vida, lo social y lo profesional.
* Johanna Ureña es parte del Equipo Mora Temprana en el Contact Center de Santander.
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