El Foro Económico Mundial enumeró una serie de tecnologías que podrán convertirse en nuevas herramientas que modifiquen el día a día de las sociedades en un lapso de tres a cinco años. En esta nota, el detalle de cada una y su relevancia en sus diversas áreas de aplicación.
Los avances tecnológicos son capaces de deslumbrar y producir admiración. Sin embargo, en ocasiones, las actualizaciones quedan encapsuladas en la órbita académica o en el universo limitado de compañías y entidades que las emplean. En esta oportunidad, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), publicó un listado de nuevas tecnologías que parecieran ser más abarcadoras y de práctica real inminente. Es decir, que podrían convertirse en métodos asequibles para el ciudadano promedio.
Más de noventa científicos, empresarios, académicos y responsables políticos han participado en la elaboración del informe del WEF, con un énfasis especial en cuestiones climáticas, sanitarias y de inteligencia artificial. “Su aplicación será para fomentar prácticas corporativas mucho más eficientes y sustentables”, precisa Joan Cwaik, Magíster en Administración de Empresas y divulgador especialista en tecnologías emergentes, en diálogo con POST.
Y agrega: “Es posible que veamos una convergencia entre ellas, eso es clave para el futuro. Por ejemplo, la inteligencia artificial, con la biotecnología y las energías alternativas van a poder interactuar para abordar desafíos globales”.
¿De qué se trata la nómina?
Entre los avances tecnológicos más destacados del año, se enumeran:
- Combustible de aviación sostenible: los traslados aéreos producen entre el 2% y el 3% de las emisiones de dióxido de carbono global, con una tendencia creciente. “La elaboración de combustibles a partir de fuentes biológicas, como la biomasa, o no biológicas, como el CO2, debieran empujar a la industria a llegar a la emisión cero en 2050, aunque hoy el combustible sintético representa apenas el 1% de lo empleado”, marcan desde la revista digital Tekios, especializada en tecnología.
- Sensores microscópicos para plantas con fines alimenticios: la historia marca que la agricultura ha corrido de los métodos tradicionales, pasando por la utilización de drones o satélites, a la instalación de sensores minúsculos en las propias plantas. La recolección de datos, extraídos desde el propio foco de lo plantado en suelo, colaborará para prevenir enfermedades en los cultivos, mejorar su rendimiento, al tiempo de lograr un ahorro en fertilizantes y agua. “Incluso, será crucial para la reducción de la contaminación”, añade Cwaik.
- Computación sostenible: la sociedad digital insumirá cada vez más electricidad, aunque hoy sólo supone el 1% del uso total alrededor del mundo. La idea es crear centros de datos de energía cero. La inteligencia artificial tendrá un papel determinante en el análisis y racionalización energética en tiempo real. “Se incluirán sistemas de enfriamiento más eficientes y la reutilización del calor residual”, agregan desde Tekios.
- Inteligencia artificial generativa: tal vez, uno de los puntos más reconocibles para el gran público. Los modelos lingüísticos, como el ChatGPT, ya son de uso extendido en ámbitos académicos, laborales o recreativos. Las siguientes etapas apuntan al diseño de fármacos, la ingeniería y la exploración espacial.
- Inteligencia artificial en salud: su principal reto pasará por la anticipación o prevención temprana de enfermedades, epidemias o pandemias. También, en la reducción de los tiempos de espera para acceder a un tratamiento, ajustar las necesidades a los recursos disponibles y aumentar el volumen de cobertura médica.
- Influencia del metaverso en la salud mental: la generación de aplicaciones o entornos virtuales que contribuyan a los tratamientos de salud mental tendrán un desarrollo exponencial. De hecho, en el contexto de pandemia, la terapia a distancia y la telemedicina ya han tenido un salto considerable.
- Bioingeniería de virus bacteriófagos: se trata de virus que identifican e infectan cierto tipo de bacterias, con información genética. De esta manera, la ciencia es capaz de manipular entornos, en aras de un mayor bienestar humano y animal.
- Mapas ómicos para analizar secuencias de ADN: lo ómico se emparenta con el estudio molecular para entender el funcionamiento del organismo humano. Se ha comenzado a tejer un método, el mapeo ómico, que combina imágenes de avanzada y secuenciación de ADN, a fin de cartografiar procesos moleculares. ¿Su objetivo? Observar, analizar y prever obstáculos biológicos en el cuerpo de las personas. “Se podrán revelar detalles que resultaban inobservables para el ojo de la ciencia”, amplían los especialistas de Tekios.
- Baterías flexibles para dispositivos portátiles: creadas a partir de materiales ligeros que son capaces de plegarse, doblarse o retorcerse. Su aplicación efectiva se encuentra en un momento de alza, sobre todo, en mercados que buscan expandirse (como el de las pantallas enrollables).
- Electrónica neuronal, para conectar el cerebro con máquinas: las denominadas Interfaces Cerebro-Máquina (ICM) son disruptivas con respecto a sus predecesores más rígidos, por eso, son menos invasivas para los pacientes. De enorme repercusión para el tratamiento de condiciones que afecten al sistema nervioso.
La colaboración resulta imprescindible
Los avances en tecnologías emergentes plantean indudables beneficios para los seres humanos aunque, en paralelo, conllevan desafíos que necesitarán de la colaboración entre el entorno público y el privado. “Hay que trabajar en materia de inversión, en investigación y desarrollo, la regulación gubernamental es fundamental, al igual que la adopción tecnológica paulatina por parte de industrias y de la sociedad en general”, explica Cwaik.
“El ámbito privado puede aportar recursos, comercialización y escala, mientras que el sector público debería facilitar la investigación para la generación de políticas que favorezcan la promoción de tecnologías emergentes”, cierra el también escritor y Licenciado en Gestión de Medios.
Todo ello conduce a una conclusión innegable: gobiernos, empresas, comunidades científicas y el público en general, todos tendrán que jugar un papel para el impulso y aprovechamiento integral de estas nuevas modalidades.
Aún no hay comentarios