La inteligencia artificial llegó para quedarse y está transformando a todos los sectores, otorgándole a los profesionales valiosas herramientas que mejoran considerablemente su desempeño
La inteligencia artificial (IA) emergió en el último tiempo con una gran fuerza transformadora, innovando y mejorando distintas áreas de interés para la sociedad, desde trabajos rutinarios hasta aquellos que requieren un alto nivel educativo. En este sentido, a medida que esta se va integrando en distintas industrias y profesiones como la medicina, la ingeniería, la investigación científica, entre otras, estas enfrentan una reconfiguración fundamental.
Sin embargo, esta transformación requerirá una adaptación constante en la formación académica y profesional. Es decir, a medida que la tecnología evoluciona, los profesionales deberán adquirir habilidades adicionales para poder trabajar en conjunto con los sistemas inteligentes.
Melina Masnatta, cofundadora de Enki Education, empresa de transformación educativa con tecnología, explica que la IA ya está impactando en el mercado laboral y, si bien algunos perfiles están quedando relegados, también empiezan a aparecer profesiones que están vinculadas a la creatividad como es el caso del marketing.
“En este sentido, una de las profesiones más impactadas son las vinculadas a la tecnología misma como, por ejemplo, la programación, por lo que es valioso tener en cuenta que este es un movimiento que está impactando y reordenando todo el mercado laboral”, recalca.
En el campo de la medicina, la especialista señala que hace muchos años que se aplica inteligencia artificial. De hecho, esta ciencia se vincula constantemente con la tecnología y se genera un “trabajo colaborativo” en el que la IA colabora en el desarrollo de análisis, especialmente en grandes cantidades de datos.
En paralelo, Gabriel Dimare, director comercial, de robótica y educación de Juguetes Rasti, considera que aún es incipiente el desembarco de la IA en el mercado laboral, pero con seguridad habrá implicancias en este, tanto positivas como negativas.
“Por ejemplo, ciertos aspectos como la productividad, la eficiencia, análisis de datos, formación, pueden verse afectados positivamente. Obviamente será necesaria una adecuación de las competencias y habilidades de las personas para insertarse en el mercado laboral. A diferencia de lo que han sido otras revoluciones, en este caso no solo hay un ‘reemplazo muscular’, sino cerebral del capital humano”, advierte.
Desafíos de la inteligencia artificial
Masnatta señala que las ideas y miradas humanas son siempre necesarias, especialmente en todo el procesamiento de información a gran escala. “Hoy hay un gran desafío que tiene que ver con el lugar del humano en el ‘loop’, por lo que si no hay una persona revisando, entendiendo y analizando lo que la tecnología hace, se va a perder gran parte de lo que esta tecnología puede llegar a generar”, argumenta.
Por otra parte, Dimare, señala que esta revolución conllevará a ciertos “reemplazos de tareas intelectuales” como, por ejemplo, en la ingeniería. “Seguramente haya una readecuación de las tareas. Es decir, tareas que implican una gran carga horaria en la actualidad para un ingeniero que podrán ser resueltas por la IA en cuestión de segundos, con lo cual se verán revalorizadas aquellas habilidades relacionadas a la creatividad, empatía, flexibilidad, adaptación, trabajo en equipo, la inteligencia emocional, y las ingenierías vinculadas a la robótica, la programación y big data”, detalla.
¿Cómo serán los trabajos en el futuro?
Masnatta explica a POST que estamos en un momento en el que la pregunta sobre los trabajos del futuro es bastante desafiante, tal como viene sucediendo en los últimos años y de manera cada vez más acelerada, entendiendo que estos no van a ser eliminados, sino que se van a modificar y/o crear nuevos puestos que todavía no están pensados.
Para la especialista, existen ejemplos de sobra como los carteros o profesiones que ya casi no están presentes, por lo que el desafío es entender que quiere la humanidad en estas nuevas profesiones y cambiar la palabra “trabajo” por “ocupación”.
En otras palabras, las personas comenzarían a dedicarse a determinados ejercicios y acciones sumamente específicos y especializados por los cuales se obtendrá una remuneración que será equiparables a lo que ahora es un “trabajo tradicional”.
“Acá entran en juego varias definiciones que no solo implican a los sistemas económicos, sino también a los gubernamentales. Los trabajos del futuro seguramente estén en convergencia trabajando de manera conjunta, como profesiones articuladas, pero, por otro lado, se vincularán profesiones que hoy no están presentes o algunas que lo están, dejarán de estarlo”, augura.
“Asimismo, también habrá oficios que serán necesarios como los zapateros o costureros, ya que se van a repensar nuevos escenarios en los que, entre otras cosas, habrá un dilema con el impacto climático”, añade.
Finalmente, Dimare destaca que el trabajo del futuro pasará por una “suma de inteligencias” y no por la sustitución de las personas por máquinas. “La capacidad de aprender y desaprender de las personas y las empresas será el diferencial. El gran desafío para los líderes es el cómo gestionaremos el cambio para aprovechar todo el potencial de la IA para crear más valor a nuestros clientes y consumidores, ya que, al final de cuentas, las máquinas y la inteligencia artificial la acabarán teniendo todas las empresas, pero no así el talento de los equipos de trabajo”, concluye.
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